lunes, 9 de marzo de 2009

Santo Domingo

Al rasgar la piel de una mandarina. Al entibiarse un pino (sin raíz) al sol. Al destilar la inversión térmica su veneno... Hay muchas maneras de oler que ya viene Navidad, mas, para ella, pocas tan potentes como la tinta fresca de Santo Domingo. Pensándolo, se interna en los portales, mundo poblado por hombres malhumorados –y no tan ligeramente intoxicados–, inmunes a las fórmulas de felicidad que pasan por sus manos ennegrecidas.
Los buenos mexicanos tendrían que ir ahí cuando menos una vez al año: por el bautizo, la fiesta de tres años, los XV –así, en romano–, la graduación, la despedida de soltera, la boda, el baby shower, la tarjeta navideña, la esquela final... Los malos también, pero sólo una o dos veces por vida: para corregir el origen, para mudar de destino. Sabiéndolo, ha comprado 25 tarjetas en Palma Norte. Siempre, pero especialmente ahora que el papel lleva nieve, terciopelo y madonas, el golpe de la plancha del impresor suena violentísimo.
Santo Domingo tiene su propia liturgia. Recibe una lista de versos numerados que pueden pertenecer simultánea e involuntariamente a las categorías de solemne, chusco y cursi. Pide “texto especial”. Herejía. Nada molesta más a un impresor que una oveja descarriada.
—Le cuesta más.
—No importa.
—No se lo tengo hoy.
—No importa.
Descarriada y necia.
—Quiero que diga: “En esta Navidad, helada, envenenada y vendida, te deseo felices fiestas”.
Ah. Los impresores no saben de signos. Omiten la primera coma. La ingeniosa ambigüedad se hace amargura inaceptable.
En efecto, le ha costado más.

1 comentario:

  1. Hola Luna:
    Tenía rato de no visitarte. pero aquí sigo. Santo Domingo es redondo. Primero, porque, por fin, no leo textos tuyos en primera persona, lo que los distancian de la Luna que conozco y los hacen un texto literario y no una hoja de tu diario. Segundo, porque en la brevedad de la minificción generas virtuosa el ambiente que deseas, tanto el físico de los cuchitriles de impresores de Santo Domingo como el del impresor y su cliente. Tercero, porque rematas como todo cuento, con un desenlace inesperado y bien construido. Me gustó mucho. Espero no tardarme en regresar.

    Besos mientras

    Uli

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